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"El Fondo De Mi Botella"

De la serie: "Llevando La Soledad".
Te acuerdas cuando nos sentábamos en aquella roca olvidada por el río para cantarle a la luna frases de nuestras aventuras futuras?
No, ya no te acuerdas…
Ya tus fantasmas no están a mi lado… 
Recuerdas cuando partías hacia el horizonte empapada de mis lágrimas sin mirar mi cuerpo maltrecho, mudo y con mis ojos perdidos en el recuerdo?

Los gritos de la ausencia se pierden en la memoria… 

El curso de la existencia continuó lineal, 
Sin detenerse en el sendero para sus pies observar, 
Así la misma vida a regañadientes dibujó su propia historia de la mano con la soledad hasta apasionarse con ella en medio de tintas, letras, colores y trazos, 
El sol se bosquejó en mis paisajes cotidianos,
Los colores marchan sin parar al lado de mis circunstancias, 
Y todo, 
Ese todo se llenó de ese “no se – qué” que no reconozco, 
Para observar cada mañana desde el espejo un rostro que no comprendo… 
Recuerdas cuando te exclame desde lo lejos que desaparecías insospechada-mente en la línea de tu tiempo?  

El fondo de mi botella de vino esta vacío… 

Nos vimos crecer, 
Nos juzgamos cuando no debíamos, 
Nos callamos sin callarnos. 
Y ahora que regresas solo vez el resultado, de tu resultado. 
He desaparecido, 
Ya no estoy, 
He partido hacia el lugar que nunca podrás entender.

El olvido… 

Julián Martínez.

Voces Del Arcano.


Es el amanecer el que escudriña todo pensamiento presente de la cotidianidad.
Es observar el sol treparse en las montañas mientras el frio cala tus huesos.
Es un momento que dibuja en el cielo muchos momentos.
Es un momento que tiene que vivirse mientras tus pupilas te quieren muerto.
Es siempre sentir tu carne tiritar sumergida en el insondable azul del firmamento,
Y la palabra ya no tiene sentido para tu alma,
Mucho menos para el audaz remordimiento.
Solo las voces del arcano te susurran lo que tu cotidianidad te niega desde hace tiempo.
Es como un cuento eterno,
De esos cuentos que no te atreves a gritar el final.
Julián Martínez.

Catatónico...


Entender las voces que desdibujan mi cabeza….
Son los coherentes de todo lo contrario que solo en las noches se atreven a gritar.
Dibuja la lluvia caer en tu habitación,
Veras como las palabras se ahogan en el fondo… donde habitan las baldosas.
Piden, exclaman para tratar  de existir,
Para querer existir…
Miras tus paredes en la oscuridad y vez los cuadros allí colgados,
Como ventanas que sangran tus heridas,
Y allí, en ese momento,
En medio de todo tu silencio perpetuo,
Te ensordece un pavoroso silbido en lo más profundo de tu habitación,
O tal vez en tu cabeza…
Pero…
Hay veces es mejor conservar tu realidad catatónica,
Cuando el gemido ajeno exige un poco más de orgullo por aparentar un rostro que ni siquiera se merece.
Julián Martínez.

Momentos oníricos.


 Así sucedió…
Como un estallido en lo más profundo de mi cabeza distorsionando mi psiquis para observar lo que sucedía.
El sueño que casi nadie quiere soñar…
Postrado en una mesa mirando el horizonte como se evidenciaba todo,
Las voces del sigilo se despedazaban en gritos para fundirse en el viento,
Y las personas escuchaban aquello que salía de mi cabeza.
Reflexión perpetúa y tranquila de mi conciencia al saber que ellos ya la escuchan…
Y gritaban enardecidos desbordados de anarquía como aquel se siente en llamas y busca irremediablemente como extinguirlas sin enterarse,
Que lo que arde son sus almas,
Y el cielo se abría en espiral para darle la bienvenida a las estrellas que caían sin respetar al sofocado aire.
Ahora todo era rojo y mis lágrimas sabían a sal,
Los seres de luz se concedían sobre las cabezas de las personas paralizando todos los rincones de la ciudad.
Había silencio y todos los ojos dejaron de brillar y se desvanecían hacia el inagotable resplandor.
Mis pies se sumergieron en mi sombra como si ella tratara de sacarme de aquella realidad.
Oh soledad mía…
Caía  al oscuro abismo mientras me enteraba que posiblemente lo real,
Es una ilusión perfecta para mi espíritu…
Julián Martínez. 

Lluvia...






La lluvia…
Verdugo de esta ciudad nocturna y pecadora,
Castigada por el frenesí noctámbulo de los cielos por tener lo que no deben tener.
Y es así…
Gritos individuales tratando de colectivizar algún llamado que calme la yaga que el firmamento abre en este momento,
El licor y la música mental dispersa a la tristeza del castigo urbano que generan las nubes como una danza de nunca acabar…
Tal vez, y por un momento, el trasfondo del caos conserva insospechadamente el silencio cubierto de esta extraña locura  dibujada en sus cabezas…
Lluvia torrencial, lluvia adolorida,
Lluvia que se cansa de ser lluvia,
Lluvia que se quiere largar a través de los sifones de las calles para desaparecer y no querer vivir más la cotidianidad que la metrópoli extingue en un suspiro,
Lluvia inagotable  que quiere llorar hasta explotar su alma sobre nuestras frentes.
¿Por qué tenemos ceguera?
¿Por qué simplemente no podemos escuchar la respiración de las sombras leales y siempre firmes según nuestro estado de conciencia?
Tal vez solo trato a través de estas palabras apaciguar  la tormenta que metralla la mediocridad colectiva,
Solo tratar de ser un poco humo,
Un poco aire,
Un poco de alguna cosa para fundirme con la nada y así tal vez el cielo,
De nuevo,
No solloce desconsoladamente.

Nocturno...


Vuele mi cabeza a fecundar pensamientos nocturnos,
Ese frenesí constante que decidió que la inercia hiciera suya su voluntad,
Un grito incesante obligando mis ojos a permanecer abiertos en esta oscuridad que invade mi cuarto…
Universo…
¿Cómo hago para callar estas voces que exprimen mi cerebro?
Enséñame al menos una fórmula para escucharlas una a la vez,
Y tal vez entender que es lo que tratan de decirme.
Siento como se acercan los pasos disfrazados de corrientes de aire helado hacia mis pies,
Y la calle silenciosa solo observa mi rostro en la ventana,
Tal vez se preguntara a quien espero, inmóvil, empañando el vidrio…
Desvelo, es lo único que mi cuerpo quiere, mi cabeza grita, pero mi alma solo quiere descansar…
Hay veces no entiendo este desequilibrio visceral que la existencia imprime noche a noche en el papel arrugado de mi realidad…

A Medias...


Escribiendo como un ciego bajo una luz tenue, tan tenue que carcajeo al evidenciar que es mas débil que una luz de luna en cuarto creciente…

En fin…

La luz más bajo que medio bajo,
Mis ojos escudriñando rostros medio evidenciados,
La noche a media noche,
Mis palabras a medio decir,
Las risas de los entes medio sinceras,
Hoy todo es medio… De la mitad…

Y la mesa a medias me grita  en este bar de medio pelo que medio la golpee para que mis odios escapen a la mitad,
Y el silencio medio me escucha para disimuladamente, y a medias, quererse acercar.

Pero, por un momento y a medias, escapo de allí para estar sumergido en mis pensamientos…

Un fantasma aparece en el portal de mis sueños a medias y siento que mi cabeza explota, pero solo la mitad… y el grito fugado de mi boca escapa en un suspiro a medias, para sentir la lluvia en mi cabeza y mis medias mas húmedas que de lo normal, a pesar que todo me sale a medias, el anhelo permanece completamente entero, igual…

Sin decirle a nadie, a algo o a alguien…

Julián  Martínez.

El Camino...


El camino se torna húmedo,
La ciudad abre sus ojos en la oscura estepa de la noche y los edificios espían cada solitario paso que das en el sendero nocturno de tu soledad…

Es ahí cuando comprendes sin querer, el lenguaje caótico que ella gime en su frenesí noctámbulo de las siete de la noche…

Ahora tienes hambre y las empanadas de la esquina están siempre más caras que nunca, inmaculada sensación de evidenciar tú estomago  vacío y tu cabeza llena de cucarachas. ¿Cómo podrás erradicarlas?
Bichos malditos carcomiendo todo recuerdo benevolente que puedan estar allí adentro… Caminas tres calles mas en la compañía de tu soledad para luego caer en cuenta que la lluvia se posa  en tus hombros desde que saliste de algún lugar.

¿Cómo no te diste por enterado?
¿Será que tal vez y por un momento, desdibujas por donde vas?
Pero el análisis se esfuma al imaginar una puta empanada…

Las personas de los andenes desaparecen, que da la noche,
Los pies se desfragmentan, no queda nada,
Solo tus ojos suspendidos en el aire escapando a través del viento y sientes que tus palabras te abandonan para darle paso al silencio de tu imaginaria ciudad…

Y te enteras que es una soledad……… Tan sola…

Julián Martínez. 

AMANTE MÍA

La penumbra de tus ojos
Anuncia la noche en un tibio soplo,
Llegando en ella  mi alma
Sosegada y vagabunda en busca de tu sed.

Tú,
Desnuda en tu cama,
Yo,
Mudo e inmutable
Mientras que nuestros sentidos
Aferrados y callados
Acarician suavemente
Las fraguas infinitas de lujuria
Que se enardecen en nuestra piel.

Dulce cabello de ángel
Colgado en el inmenso cielo,
Deja que tu luna se pose sobre tus pechos
Evidenciando
Las ganas de tenerte,
Intocable epifanía de tu divina esencia,
Verdugo de mi control,
Desata mi lengua
Y haz que pierda la razón.

¿Mi lengua?
Si…

Posándose en la sabana de tu vientre
Terso y caliente,
Embriagándome de tu vino 
Que mi calor más enciende,
Recorriendo tú oriente,
Tú occidente,
Tú norte,
Tú sur,
Al sur…

Más al sur lentamente
Y con un grito  perdido en mis manos
Hiere las sabanas con tus uñas
Y gime como loca,
Muerde mi anular,
Dilata tus pupilas,
Sofócame en tu mar,
Que pronto quiero desbocarme
En tus entrañas sin avisar.

Morder tu cuello
Y escuchar la canción enardecida de tu corazón,
Sentir tus piernas estrangulando mi espalda
 Para luego alzar vuelo
Dejando que tu inocencia observe desde el espejo
Como aquella niña de ojos tristes y callados
Se pierde en su propia endorfina.

Tócame,
Siénteme,
Déjame besarte como un animal hambriento
Y someterme a ese manjar
Que me ofrece tu cuello,
Y decirte al oído
Tímidas palabras como si fuera un niño,
Y sentir tus caderas
Como si hubieras enloquecido.

Ven,
Acércate mucho más,
Déjame ver tus desorbitados ojos
Como se esconden en tu sonrisa,
Dibuja en mi rostro con tus labios
Que el tiempo no existe,
Que mi tiempo contigo no ha terminado.

Y me hundo en tus senos,
Encendiéndome con tu calor
Y posees mi alma desquiciada de tu ser
Y escribes con tus jadeos
Poemas que no quieren terminar,
Y las estrellas
Y la luna
Y el cosmos
Y tú
Y yo
Quieren ser por un eterno instante
Uno con el todo y con la nada
Y esfumarnos con el silencio
Y debajo de tu ombligo se desata un caos
Que desgarra abruptamente mi cuerpo.

Uno,
Dos,
Tres contracciones  se desatan súbitamente
Anunciando el alba
Del portal de tus sueños.

Como hojas secas resbalas sobre mi pecho
Y una canción de cuna
Susurro en tu pequeño lecho.

Esta cama no esta muerta, 
Esta cama esta más que viva,
Te siento toda,
Te siento mía,
En silencio,
En mis brazos,
Soy tu sombra amante mía.


Un fragmento de un viejo diario que me encontré debajo de mi cama...


ESTA NOCHE…

Entre tantas palabras
Envueltas en una escarcha de silencio,
Llegas con la luna
Un poco menguada,
Al lugar que en un tiempo
Nos pertenecía,
Al lugar que ya habíamos olvidado.

Mientras el tiempo
Se toma un descanso en el banco del parque,
Siento que regresas
En esta inesperada noche.

Te quitas las cadenas,
Extiendes tus alas
Y una sonrisa desaforada
Se revela en tu pálido rostro.

No se…
¿Por qué?
Pero…
¿Será que en silencio y por un momento…?
¿Te liberas de tus ataduras?
Solo sé que estoy a tu lado esta noche…

Noche de palabras,
Noche de miradas,
La música se adentra en nuestras mentes
Para comulgar el pasado y el presente
En un “ahora”.

Nuestros secretos
Se confiesan  en el leguaje
De una quena,
Una guitarra y una zampoña,
Para que tus ojos tristes y callados
Decidieran romper
Tus estrictas reglas,
Esas reglas que se desvanecen
En medio de esta noche.

Pero,
Un denso silencio amordaza tus labios,
Tu rostro cambia,
La penumbra de la realidad
Toca tu corazón,
Logrando que vuelvas a usar esa máscara
Matando mi noche.

Hasta luego,
Cuídate mucho,
Regálame tu tímido abrazo
Para marcar la partida
De tus siempre atardecidos cabellos.

No te preocupes,
Me quedare aquí,
En el lugar de siempre
Solo que,
Esta vez se dibuja sin querer
Una sonrisa en mi cara,
Ya que sabes que fuiste mía
Por unos momentos,
En esta extraña noche.

Julián Martínez.