La ciudad abre sus ojos en la
oscura estepa de la noche y los edificios espían cada solitario paso que das en
el sendero nocturno de tu soledad…
Es ahí cuando comprendes sin
querer, el lenguaje caótico que ella gime en su frenesí noctámbulo de las siete
de la noche…
Ahora tienes hambre y las
empanadas de la esquina están siempre más caras que nunca, inmaculada sensación
de evidenciar tú estomago vacío y tu
cabeza llena de cucarachas. ¿Cómo podrás erradicarlas?
Bichos malditos carcomiendo todo
recuerdo benevolente que puedan estar allí adentro… Caminas tres calles mas en
la compañía de tu soledad para luego caer en cuenta que la lluvia se posa en tus hombros desde que saliste de algún
lugar.
¿Cómo no te diste por enterado?
¿Será que tal vez y por un
momento, desdibujas por donde vas?
Pero el análisis se esfuma al
imaginar una puta empanada…
Las personas de los andenes
desaparecen, que da la noche,
Los pies se desfragmentan, no
queda nada,
Solo tus ojos suspendidos en el
aire escapando a través del viento y sientes que tus palabras te abandonan para
darle paso al silencio de tu imaginaria ciudad…
Y te enteras que es una soledad………
Tan sola…
Julián Martínez.
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